Saludo delegación Antioquia a la conmemoración de los 23 años de la Masacre en la vereda La Rochela.
“La pretensión
de
Borrar la
memoria ha formado parte, históricamente, de la esencia de todos los
Totalitarismos
y siempre acaba fracasando”.
José María
RUIZ-VARGAS. 2006
Las diferentes organizaciones
sociales, populares y defensoras de derechos humanos que conformamos la
delegación del departamento de Antioquia, convencidos de que “el silencio nunca
ayuda a la víctima, sólo ayuda al victimario”, queremos expresar nuestra
solidaridad con las víctimas de la Masacre de la vereda La Rochela y manifestar
nuestro firme compromiso para construir caminos de unidad en la búsqueda de la
verdad, la justicia y la reparación integral de todas las víctimas que la
acción u omisión del Estado colombiano, en cabeza de sus fuerzas militares y de
policía, ha dejado sobre nuestro territorio.
Los 23 años de impunidad en los estrados judiciales
colombianos de esta masacre, ratifican el papel que ha jugado el ejercicio de
la violencia como propiedad privada del Estado colombiano en su forma militar y paramilitar
para anular las voces críticas y dejar estos actos en la impunidad. La
violencia estatal que se ha manifestado a través de masacres, limpieza social,
asesinatos selectivos y promoción del paramilitarismo, ha sido una herramienta
funcional a intereses de burocracias nacionales ligadas a multinacionales.
Colombia ha sido un país en el que el Estado y el Paraestado, han sido
dirigidos por funcionarios públicos, desde presidentes de la república hasta
directores del extinto Departamento Administrativo de Seguridad-DAS. Así se ha
confeccionado el núcleo del proselitismo armado que mantuvo en dos mandatos al
presidente del Estado y del Paraestado a la vez, el señor Álvaro Uribe Vélez. Todo
este accionar se ha pretendido ocultar mediante la extradición de varios jefes
paramilitares.
Hoy se nos presenta un gobierno con un rostro para el
cambio y la “Prosperidad Democrática” en cabeza del señor Juan Manuel Santos.
Gobierno que en el fondo es parte del continuismo, del la picardía empleado por las clases dirigentes para contener las
luchas del pueblo colombiano. Basta una rápida mirada a los informes de
derechos humanos de los primeros 300 días de gobierno que arrojan cifras como
el asesinato de 15 líderes reclamantes de tierras, 29 nuevos casos de
ejecuciones extrajudiciales cometidas por la fuerza pública, el asesinato de 24
lideres sindicales y un largo etcétera de agresiones contra defensores de
derechos humanos, para saber que nada a cambiado. A este panorama debemos
agregar los Tratados de Libre Comercio-TLC`s y la agenda legislativa que pretenden
vender y entregar el país a las multinacionales, además de doblegar por vías
legales el movimiento social y popular; y ofrecer al mundo una falso
espectáculo de postconflicto en Colombia.
Este panorama permite visualizar que una gran masacre
nacional gestan las multinacionales con la prosperidad democrática y el
ParaEstado, masacre que puede ser simultánea o secuencial con períodos cortos,
dirigida a entregar definitivamente las riquezas de nuestro territorio al
imperialismo.
Con todo y este contexto adverso son múltiples las
expresiones de resistencia, movilización y organización del pueblo colombiano
que reclaman un cambio de régimen hacia el establecimiento de una verdadera
democracia al calor de los nuevos vientos que soplan en América latina. Son
muestra de la lucha del pueblo colombiano los encuentros nacionales como el de
Comunidades Campesinas, Afrodescendientes e Indígenas por la Tierra y la Paz de
Colombia en Barranca y el Congreso Nacional de Tierras, Territorios y
Soberanías en Cali; Plataformas organizativas como el Movimiento de Víctimas de
Crímenes de Estado, MOVICE, Colombianos y Colombianas por la paz, la reciente
Mesa Amplia Nacional Estudiantil- MANE, que en el territorio rural y urbano, vienen
construyendo el camino de la conciencia ética, social y política de las
víctimas, para desamordazar la memoria
como antídoto contra el olvido.
Todos estos procesos deben indicarle a los genocidas,
que no han podido vencer la resistencia del pueblo colombiano. Que por el
contrario esta crece pasando a la ofensiva, a la acción de masas, a la
propuesta unitaria con agendas por un nuevo modelo de país.
El año que comienza confronta en las plazas públicas dos
movimientos: quienes dicen representar el pueblo colombiano entregando la
sangre de los hijos de campesinos, indígenas y afrodescendientes por intereses
ajenos a estos y que tiene la guerra como política de Estado; y otro que lucha
decidido por la paz con justicia social como política de Estado, que considera
la liberación de la madre tierra del complejo industrial-militar-financiero y
de las guerras. Este gran movimiento por la paz se tomará los espacios públicos
con el símbolo: LA CARPA QUE CAMINA LA PALABRA.
Este acto de memoria de la masacre de La Rochela debe
marcarse como un hito dentro de la conformación del Cabildo Abierto Nacional a
realizarse el mes de marzo en la ciudad de Bogotá. En este evento nuevamente el
pueblo colombiano reiterará los deseos de construir un nuevo modelo de país en
paz con justicia social, que incluya nuevos modelos de salud, educación,
agrario, manejo de los recursos naturales, atención a los desempleados para que
miles de familias colombianas dejen de ser arrojadas al infierno de la miseria
y de la indigencia. Debemos emprender la
consulta nacional pensando en el diálogo popular que consolide el movimiento
por la paz como política de Estado.
La agenda nacional y el cronograma de actividades que
surja de este Cabildo Abierto deberá convertirse en una plataforma amplia para
que el movimiento de masas la defienda y así tomemos la iniciativa política, es
decir, que campesinos, indígenas, afrodescendientes, estudiantes, victimas y todos
los sectores sociales victimizados exijamos una solución política y negociada al
conflicto armado colombiano como garantía para la construcción de una verdadera
democracia, de una Colombia para los pueblos y para que NUNCA MAS el Estado
Colombiano tenga justificación de continuar desapareciendo, asesinando,
masacrando y derramando la sangre de miles de colombianos en nombre de una paz
para unos pocos.
Finalizar con consignas:
“porque la verdad y la justicia, no se estable sobre
la mentira y la injusticia”
“que el miedo no justifique el olvido”
“por nuestros muertos ni un minuto de silencio”
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